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Con motivo de estas fiestas, queremos desear a nuestros asociados y allegados que tengan un feliz cierre de año con sus seres queridos. En ese sentido, compartimos un artículo de la Fundación Pilar) sobre el valor de la navidad.

Navidad es Vida

Cuando nace un niño en el seno de una familia que lo ama y lo espera desde el mismo instante de conocer su existencia en el vientre materno, se da inicio también a una nueva vida familiar fundada en la esperanza y en el regocijo de tener en sus brazos el fruto del amor y de la entrega mutua de sus progenitores.

Meditando los instantes previos al nacimiento del Niño Jesús, José y María, sumidos en la noche más Santa y entregados absolutamente a la voluntad de Dios, no tienen miedo, sólo confían y esperan. Esperan con amor a quien traerá la salvación al mundo. Dios dador de la vida, se hace hombre por amor al género humano y nos devuelve la oportunidad de la vida eterna que con el pecado original de nuestros primeros padres había quedado obstruida.

Como nada es imposible para nuestro Señor, este nacimiento trae consigo la Nueva Alianza. El anhelo de una nueva vida que reconcilia al hombre con su Dios se hace realidad. José y María partícipes de este misterio buscan un refugio para recibir al Rey de reyes, pero el mundo no tiene lugar que ofrecerle y el Niño nace en la sencillez de un pesebre pero con la riqueza de quienes lo buscan y de quienes lo aceptan. Los pastores acudieron pronto a recibirlo, personas tan humildes percibieron los signos de los tiempos. Simplemente siguieron la estrella que les indicó a donde encontrarían al Niño Dios.

¿Será que en la actualidad el hombre sumergido en la vorágine de sus preocupaciones, desenfrenos y perturbado por su egoísmo, perdió el interés de seguir el rumbo y encegueció sus sentidos para darse cuenta a dónde encontrar la verdad? Ya el hombre no puede ver en la noche oscura la estrella que marca el camino porque la soberbia arraigada en su alma no lo deja levantar la mirada para ver el firmamento.

Dios despliega en la historia de cada hombre vivencias y oportunidades que hacen posible intensificar la búsqueda de su sentido. Tal vez pueda descubrirse en la pequeñez de lo cotidiano, en la familia, en la calidez y alegría de un hogar o tal vez en el llanto y sufrimiento. Lo cierto es que este vivir con sentido solo se encuentra teniendo presente que existe un orden que es preciso respetar y seguir porque, sin él, la verdad no puede salir a la luz. El desorden de las pasiones no permite descubrir lo bueno de la vida y menos aún puede ver ni entender cuál es el verdadero sentido de la vida. La Navidad es otra oportunidad para volver al orden perdido: con el nacimiento de Jesús, la verdad y la esperanza se vuelven latentes. Esta vida nueva se esparce a todos los hombres de igual manera y quienes la reciben encuentran la felicidad y el verdadero sentido.

Que el Nacimiento del Niño Jesús propicie el encuentro con la vida en la aceptación y generosidad especialmente de la familia, aprendiendo a ofrecer con amor el afán de cada día.

Nada es imposible para Dios, Él es nuestro refugio.
FELIZ Y SANTA NAVIDAD.

María Dolores Miranda
Orientadora Familiar
Fundación Pilar

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