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Diario Democracia, sábado 2 de julio

Las economías regionales, cuando reciben estímulos, se convierten en el motor del interior del país, porque además de aportar producción y generar trabajo, dinamizan la economía con un efecto multiplicador que se refleja en la vida de los pueblos. Sin embargo, por estos días, lejos de sus tiempos de esplendor, los emprendedores de las distintas regiones atraviesan una crisis que se profundiza día a día y que amenaza con llevarlos a la quiebra.

Hay empresarios devastados y se está complicando sostener el empleo en la mayoría de las producciones agropecuarias del país. Tras las primeras medidas del gobierno de Mauricio Macri que parecieron aportar un alivio, como la eliminación de las retenciones y la fuerte devaluación de la moneda, sobrevinieron costos en alza, caída en la demanda, sobre oferta en el mercado, falta de financiamiento, excesiva presión fiscal y dificultades para colocar sus manufacturas en el mundo. A esto se sumaron los mayores ingresos de mercadería importada, la multiplicación de las tarifas de servicios públicos, las subas en los combustibles y las adversidades climáticas en diversas zonas, factores que aunados generan pérdidas millonarias e irrecuperables.

Todos en la lona

La producción lechera reclama la urgente intervención de organismos estatales, porque el precio de la leche que reciben quienes ordeñan las vacas no compensan los gastos y esa es una de las razones de la desaparición de alrededor de 3000 tambos. El incremento sustancial de los costos, en contraste con la leve y reciente suba del precio que reciben, perjudicó sustancialmente sus niveles de rentabilidad.

Por su lado, el precio de góndola mantiene un elevadísimo margen sobre el precio de la leche al productor. En el complejo lácteo, tanto pequeños productores como consumidores, los extremos de la cadena, son los más afectados por los márgenes de los eslabones concentrados.

En tanto, la explotación porcina, con el incremento del precio del maíz, que es el principal insumo de la cría, y la apertura de las importaciones de cerdos de Brasil y Dinamarca, está trabajando a pérdida. “Por cada cerdo que vendo, tengo que poner 200 pesos de mi bolsillo”, explicó un productor del partido de General Arenales, en la provincia de Buenos Aires, con más de 25 años en el rubro.

En ese sentido, resaltó que “hay inversiones en genética, instalaciones adecuadas, cerdas madres preñadas, lechones en los criaderos y también empleados calificados, no se puede cerrar el establecimiento de un día para otro, pero tampoco vamos a fundirnos trabajando; esperaremos a ver qué ocurre hasta fin de año y después tomaremos las decisiones que sean necesarias”.

Asimismo, en los criaderos de pollos afirman que están en peligro de extinción. Según un informe del sector, en abril pasado, cobraban apenas $1,125 por kilo de pollo entregado a la industria, lo que representa $3,15 por cada pollo criado, no llegan a cubrir lo que les sale el proceso de engorde y crianza, calculado en $4,28 por pollo.
Por el lado de la yerba mate, en el norte del país, se observaron caídas de producción, consumo y exportaciones, de acuerdo al último informe del Centro de Economía Política Argentina. Asimismo, se observa que los precios a productores no superan los 5 pesos, lo que ha derivado en conflictos con las empresas concentradas del sector.

En el complejo vitivinícola también observan caídas de producción, consumo y exportaciones. Sumado a todo esto, el aumento de costos afecta particularmente al eslabón más castigado, que es el de los pequeños viñateros, más atrasados tecnológicamente.

Respecto al complejo de frutas de pepita, los precios al mercado interno continuaron creciendo desde diciembre último, aunque no ocurrió lo mismo con los precios al productor. Esto es el resultado de la alta concentración en el funcionamiento de la cadena de producción-industria y exportación.

Reclamos y lamentos

Maltratadas, entre otras cuestiones, por el atraso cambiario en tiempos del kirchnerismo, la situación no mejoró tras la devaluación y la quita de retenciones reclamadas por los agroexportadores, sino que, por el contrario, empeoró con la inflación, los tarifazos en servicios públicos y los aumentos generalizados de todos los costos.

“La esperanza se diluye, porque la ayuda no llega, no hay rentabilidad; estamos con los mismos problemas que teníamos el año pasado y simplemente se aplican parches que no solucionan nada”, dijo el director ejecutivo del sector de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Pablo Vernengo.

Precisamente, un informe de la CAME alertó que la crisis del sector “sigue acentuándose” y que “hay empresarios en quiebra”, por lo que se “está complicando sostener el empleo en la mayoría de las producciones agropecuarias del país”.

Vernengo no dudó al sentenciar que la inflación los está “matando”, sobre todo desde el último aumento en la nafta, que ya acumula una suba del 31% anual: “Hay que tener en cuenta que el mayor impuesto que tienen las economías regionales es la distancia, los caminos están destruidos y llegar al mercado con productos que se encuentran decenas de kilómetros es todo un costo”, subrayó.

Nadie se salva

La situación de crisis se repite en la mayoría de las actividades y provincias. Los campos están “minados” de problemas, afirmó Vernengo y enumeró que la crisis se extiende a Corrientes con los cítricos; Misiones con la yerba; el Alto Valle rionegrino con las peras y manzanas; Mendoza con la vitivinicultura; Tucumán con los cañeros; o la región pampeana con la lechería, cuya situación quedó expuesta cuando en Santa Fe se regalaron 10 mil litros de leche.

En todas, se reitera la escasa incidencia del productor en el precio de góndola. “Un caso evidente es el de la leche, donde el tambero tiene una participación del 15%, cuando históricamente era del 31%. El productor trabaja por debajo de sus costos: recibe alrededor de $2,60 por litro, pero gasta más de $4”, detalló el referente de la CAME, y criticó que el Gobierno trate de paliar la situación “con subsidios que no alcanzan” o que, aunque se hayan quitado las retenciones, se sostenga “la alta presión tributaria”.

Por esto, desde la CAME le reclamaron al ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, entre otras “medidas urgentes, la reducción impositiva; un Plan Nacional de Reparación de Rutas y Caminos, Ferrocarriles e Hidrovía; subsidios al combustible”; y Vernengo pidió que, “en definitiva, se atienda a quienes dan mano de obra intensiva, que son las economías regionales”.

En tanto, el complejo vitivinícola, ese mercado cuya materia prima son las uvas no logra levantarse y la vendimia pasará a la historia como una de las peores de las últimas diez temporadas: la merma de rendimiento, la falta de quintales, la cosecha pobre, entre otros etcéteras agravados por las inclemencias climáticas, sumergió el potencial de Mendoza, que perdió más del 50% de la última cosecha.
En este contexto, mientras la mano del Estado sigue brillando por su ausencia y la coyuntura actual dificulta todo, el empresario vitivinícola Carlos Iannizzotto trazó su diagnóstico: “La inflación, la suba en los precios complican a las pequeñas propiedades y a muchas familias. Desde hace diez años hay una pulsión, un goteo que se nota cada vez más en nuestras propiedades con menos trabajo y con un recurso humano más envejecido, ya que los jóvenes emigran porque no ven futuro”.

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