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I. Algunos conceptos necesarios  sobre la noción de soberanía

 

Respecto del término soberanía, nos dice Carlos Sacheri en su obra El Orden Natural, capítulo 46, página 169: “Soberanía deriva del bajo latín «superaneus», «el que está sobre los demás»; del mismo origen es la palabra «soberano», por la cual en castellano se designa al rey, emperador o jefe político del Estado. De indicar una relación de posición o lugar (superior-inferior) pasó por metonimia a designar la dignidad, el honor, la autoridad”.

En las Ciencias Políticas designa el señorío de una Sociedad Política Organizada o Estado sobre todo lo propio; es decir los ámbitos políticos, culturales, sociales y económicos. Cabe distinguir que cuando nos referimos al señorío político es en la ámbito interior de ese Estado, ya que en las relaciones internacionales se habla de independencia o autonomía respecto a otros Estados, y que con la expresión ‘lo propio’ debe entenderse aquello que respetando el orden natural, y por lo tanto lo ‘justo objetivo’, se ha ido configurando a lo largo de la historia. No hay pues legítima soberanía basada en la injusticia y/o usurpación con respecto a otra comunidad política exterior.

la organización social y política

Siendo el hombre un zoom politikon –animal político– al decir de Aristóteles, esta cualidad de la naturaleza humana se manifiesta desde los orígenes de su existencia y por lo tanto desde allí se han desarrollado distintas formas de convivencia y organización en las sociedades humanas. El pensamiento cristiano en su más pura ortodoxia también sostiene que esta dimensión natural de lo humano estuvo ínsita desde su creación y que si no hubiera existido el pecado original, también los hombres se hubieran organizado en sociedades políticas que serían un desarrollo natural y ordenado de la autoridad paterna y la sociedad familiar para que el hombre concretara de manera plena el mandato divino de “poblar y dominar la tierra”.

El cataclismo antropológico de la falta original hirió al hombre en toda su naturaleza y dimensiones –también en lo político; pero no suprimió ni su naturaleza ni ninguna de sus cualidades. No obstante la vida política en el desarrollo de los pueblos conoció los males derivados de ese cataclismo:  avaricias, violencias, etc. La Redención de Nuestro Señor, quien abrió el camino a la Gracia para sanar la naturaleza herida, también dio a la política nuevos horizontes y posibilidades, sin dejar de ser esta una actividad del ámbito natural.

Una somera descripción de la historia humana nos muestra distintas formas de organización sociopolítica, en donde observamos desde los vestigios más remotos la existencia de clanes o grupos familiares con autoridades patriarcales (en algunos casos matriarcales), desarrollándose luego aldeas, ciudades-estado, confederaciones, reinos y aún imperios. En todos estos casos de Sociedades Políticas Organizadas se dan ciertos elementos indispensables: un pueblo o comunidad con base sanguínea y cultural, un territorio delimitado, cierto ordenamiento legal o jurídico (que puede ser o no escrito) y una autoridad ejercida de diferentes maneras.

El Bien Común temporal y el Fin último sobrenatural

Todo Estado, mas allá de las formas que tenga o adquiera según sus circunstancias históricas y geográficas, se legitima si en su origen existe la intención de lograr el bien o felicidad de la comunidad y si en su ejercicio se orienta a la consecución del mismo,  y que llamamos Bien Común, fin natural de la Sociedad Política o Estado, que en su  ámbito (el natural) es la única perfecta, no porque no tenga deficiencias, sino porque tiene a su alcance todos los medios para lograr el fin sin necesidad de recurrir a otra y porque se ordena al mayor bien natural del hombre: Un ámbito de convivencia virtuosa donde se concreta la vieja definición de San Agustín: “La paz, fruto de la tranquilidad en el orden”.

Aparte del Estado existe otra Sociedad Perfecta, pero de Orden Sobrenatural: La Iglesia Católica, cuyo fin es el Bien Común Sobrenatural de toda la Creación: el Dios Verdadero; poseyendo –mas allá de los pecados y sombras de sus hombres– todos los medios sobrenaturales para conducir a éstos a su fin: La Gracia, Virtudes y Dones Sobrenaturales, que nos llegan principalmente por los Sacramentos. Lógicamente que esto incide indirectamente sobre la vida política de los pueblos, elevándola sin destruir todo lo legítimamente natural.

Diferentes tipos de imperios

Observamos, como ya hemos dicho distintas formas de Estado en la historia; no obstante la existencia de Imperios o realidades supranacionales nos exige una consideración particular. ¿Porqué se forman Imperios? En forma generalizada, por dos motivos:

a)       por el origen y fin común de la humanidad: Dios creador de nuestros primeros padres, Adán y Eva, lo que es fuente de una naturaleza común de todos los hombres y de una fraternidad universal que los lleva a buscar (a veces por malos métodos) la unidad del género humano.

b)      por las consecuencias negativas del pecado original: avaricia, ambiciones, violencias, etc., que lleva al apetito desordenado de dominación.

Como vemos, podemos deducir que el primer motivo es legítimo en cuanto busca reconstruir la unidad perdida y se ordena a un Bien; y el segundo es injusto en cuanto busca satisfacer pasiones desordenadas. Cabe aclarar que por lo mismo existieron distintos tipo de Imperios donde, aunque mezcladas, prevalecía alguna de las dos finalidades sobre la otra.

En la antigüedad encarnan el primer tipo el Imperio Helenista de Alejandro Magno y el Imperio Romano; y el segundo los Imperios Orientales como el Persa, el Asirio, el Egipcio, etc.

En la Cristiandad Medieval, luego de la caída del Imperio Romano de Occidente y de las Invasiones de los Bárbaros, se restaura el Imperio pero Cristianizado como el Sacro Imperio Romano Germánico;y al desintegrarse o reducirse este por la división de la Europa Moderna en Católicos y Protestantes, será ESPAÑA quien con CARLOS V, nieto y heredero de los Reyes Católicos y de la corona Austríaca de los Hasburgos, formará el Imperio Español o Hispanidad (“donde no se ponía el sol”) con sus dominios Europeos, Americanos y Orientales.

Inglaterra contra la Hispanidad

Mientras tanto, con el transcurrir de los tiempos modernos se consolidan las Monarquías y Estados Nacionales, llegando algunos como INGLATERRA a constituir un Imperio ultramarino muy similar en sus intereses al Imperio Fenicio-Cartaginés que Roma había derrotado y al que sólo le preocupaba el dominio económico y comercial de los pueblos conquistados, sin respetar su identidad y autonomía ni integrarlos como hicieron Grecia, Roma, la Cristiandad y la Hispanidad. Francia y Portugal también tuvieron ese sentido colonialista e imperialista, que era distinto al sentido de Imperio integrador que antes señalamos, pero no alcanzaron la expansión ni el poderío de Inglaterra; y en alguna medida algunos misioneros Católicos en los dominios portugueses y franceses, mitigaban aunque sea mínimamente la explotación colonialista.

Ya estamos en condiciones de entender el por qué del odio de Inglaterra hacia España y sus dominios imperiales, sus constantes agresiones y usurpaciones, que irán desde los comienzos de la modernidad cuando con Enrique VIII se separan los Británicos del Catolicismo y caen en la herejía anglicana, continuándose en todos los siglos previos a la independencia de América, tratando luego de aprovechar ésta para sus intereses financieros imperialistas, usurpando Malvinas, atacando varias veces los dominios hispánicos, llegando a invadir nuestros ríos interiores, destrozando todo tipo de soberanía en las hijas de España ya independizadas, y volviendo a ampliar el área de agresión luego de la heroica gesta de Malvinas iniciada el 2 de abril de 1982 y que concluyó con la rendición ante el pirata sajón ayudado por sus socios yankis y Europeos, el 14 de julio de ese año.

II. El Combate de la Vuelta de Obligado y la Soberanía Nacional

El Restaurador de las Leyes y la Confederación Argentina

Don JUAN MANUEL DE ROSAS, caudillo federal de la campaña de Buenos Aires, que llegó a ser el conductor nacional de la Patria en un Régimen Republicano Federal: LA CONFEDERACION ARGENTINA, por la adhesión progresiva de todas las provincias al pacto Federal del 4 de enero de 1831, de las cuales recibió el manejo de las Relaciones Exteriores Argentinas y que  fue proclamado y reconocido por todas ellas como Jefe de la Confederación, es decir como una legítima y verdadera Autoridad Nacional; Don Juan Manuel decimos, tuvo la lucidez, el coraje y la prudencia política para pacificar internamente al país que soportó desde el comienzo de su autonomía en 1810 y hasta 1829 un proceso de  guerras civiles.

Esta pacificación se debió inicialmente a dos logros del mencionado caudillo:

a)       en primer lugar haciendo que Buenos Aires no mirase hacia el extranjero sino hacia el interior de las provincias del viejo Virreinato y hacia Hispanoamérica;

b)      en segundo término, logró configurar un Régimen político original, acorde con las nuevas circunstancias históricas nacionales, continentales e internacionales, pero sin traicionar la herencia político-jurídica Hispanocriolla. Por algo se lo llamó El Restaurador de las Leyes.

Este régimen de tipo Republicano Federal supo ser según la tradición heredada en las Leyes de Indias y de acuerdo a la conceptualización de Aristóteles, un verdadero Régimen Mixto: con una autoridad de nivel nacional: el Jefe de la Confederación Argentina (principio monárquico); un conjunto de ministros de la confederación y de caudillos-gobernadores provinciales que demostraron prudencia y otras virtudes políticas como la justicia, fortaleza, etc. (principio Aristocrático en el sentido de los “más virtuosos”) y con una amplia participación y apoyo popular a nivel regional y local con los cabildos (principio Republicano).

Un gobierno ejemplar

Una vez lograda la pacificación se consolidó el Régimen con numerosas leyes, entre las que debemos destacar por su importancia:

·         la Ley de Aduanas, que estableció un sistema proteccionista que favoreció el desarrollo industrial de todo el interior, e hizo que las rentas de la misma no fueran usufructuadas sólo por el puerto de Buenos Aires, y, aunque no se repartieron con los Estados Provinciales, fueron utilizadas para gastos Federales o Nacionales: diplomacia, Ejércitos, gastos de Guerra;

·         La Ley de creación del Banco de la Provincia de Buenos Aires, con capitales nacionales mixtos (del Estado y particulares), quitando poder a las finanzas británicas que manejaban el Banco Nacional creado por Rivadavia, que de Nacional no tenía nada y que fue reemplazado por el organismo creado.

·         La Ley sobre la Tierra Pública, que anulaba la Enfiteusis rivadaviana, que no permitía dar en propiedad las tierras fiscales porque estaban afectadas como garantía del pago de la deuda dolosa que ese siniestro personaje contrajo con la Baring Brothers. Ahora la nueva ley la daba en propiedad a los oficiales, suboficiales y soldados que participaron en la campaña al desierto que logró la pacificación con  las tribus indígenas de la pampa y la patagonia, evitando los malones de las misma y las incursiones  cuatreras de indios chilenos manejados por bandidos blancos de esa nacionalidad.

Las tribus con las cuales se pactó, cristianizando  a muchos de ellos, dándoles grados militares a sus caciques, aseguraban las fronteras sur contra las pretensiones extranjeras, evitaban los malones y permitían la fundación de fuertes que serían luego ciudades como Bahía Blanca. A su vez los pobladores blancos establecían Estancias y propiedades organizadas para la explotación ganadera y la agricultura que creció constantemente, consolidando la soberanía argentina.

La política exterior

En política exterior tuvo Rosas tres objetivos que buscaba conseguir gradualmente:

a)       la defensa sin concesiones de la soberanía de la Confederación ante toda agresión extranjera;

b)      La Restauración de la unidad del antiguo Virreinato, confederándose con las provincias que se habían separado como Uruguay y Bolivia, e impedir que otras como Paraguay se separen;

c)       Consolidar en lo que el llamó “Sistema Americano” la unidad de todas las antiguas provincias y reinos españoles en América; era el viejo sueño de unidad de Artigas, San Martín y Bolívar.

Rosas y la defensa de la soberanía nacional

Su política interna como la internacional chocaba con todo tipo de Imperialismo y agresión; sea americano como los casos de Estados Unidos y Brasil, incluso con el expansionismo chileno en sur; o Europeo como los de Francia e Inglaterra.

Fundamentalmente esta última intentaba consolidar lo que se denominó División Internacional del Trabajo, por la cual Gran Bretaña pretendía ser el emporio principal en el mundo, como fruto de su Revolución Industrial, y que los países extra europeos –aclaremos que Sudamérica les importaba muchísimo– fueran productores de materias primas y consumidores de su industria, impidiendo por lo tanto todo desarrollo industrial americano.

Le molestaba especialmente el proteccionismo económico de la industria que impulsó Rosas y que haya recuperado el manejo de las finanzas argentinas: Ambas cosas eran un golpe mortal para el colonialismo económico-financiero inglés, que además pretendía la libre  navegación de los ríos interiores de América, en nuestro caso el Paraná y el Uruguay, mientras que Rosas sostenía que el Paraná era de Soberanía exclusiva Argentina y el Uruguay de Soberanía compartida con la República que lleva su nombre.

Todo lo mencionado fue causa profunda primero del conflicto con Francia (potencia que pretendía establecer dominios colonialistas territoriales, además del comercial y financiero) entre 1838 y 1840, del cual salió triunfante Rosas luego de soportar un bloqueo y la invasión de los unitarios aliados a Francia; y después del conflicto más importante con Inglaterra y Francia entre 1845 y 1850, que llevó a estas potencias a atacar a las fuerzas argentinas y orientales en la Banda Oriental, y a realizar la agresión a nuestro Río Paraná con más de 90 buques mercantes y 11 (o más) de guerra, pretendiendo por la fuerza comerciar en puertos interiores argentinos y llegar  con el mismo fin a Paraguay.

Esta lucha fue tan importante que el General San Martín manifestó que era tan trascendente como la lucha por la independencia que realizamos contra las fuerzas españolas.

La Confederación venció militarmente y diplomáticamente; en el primer aspecto los invasores que fueron detenidos por primera vez en la Vuelta de Obligado; fueron atacados en Tonelero, Quebracho y otros lugares y volvieron con sus escuadras diezmadas y sin cumplir sus objetivos. En lo diplomático la firma de los tratados Arana-Southern con Inglaterra y Arana-Lepredour con Francia, por los cuales esas potencias entre otras cosas reconocían la postura de Rosas sobre los Ríos y desagraviaban al pabellón nacional frente al puerto de Buenos Aires, ante los ojos del pueblo porteño, con 21 cañonazos, le valió el reconocimiento de los otros pueblos hispanoamericanos, que lo llamaban precisamente El Gran Americano, y  que el General San Martín en su testamento le dejara como legado el Sable  Libertador afirmando “el sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de América del Sur, le será entregado al Exmo. señor general de la República Argentina don Juan Manuel de Rosas, como prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que tratan de humillarla”.

El Combate de la Vuelta de Obligado

¿Cómo lo logró ante las dos potencias más grandes de la tierra?: porque peleó en todos los frentes: con las armas, con la diplomacia, con las finanzas, con la propaganda en Europa, etc. Por eso alguien pudo declarar: “¡Qué grandeza la de aquella Argentina tan pobre, y qué pobreza la de esta Argentina tan grande!”.

Antes de la conclusión final, transcribiremos unos párrafos sobre el Combate de la Vuelta de Obligado, por que celebramos el de día de la Soberanía Nacional, tomados de la obra de Juan LuisGALLARDO titulada Crónica de cinco siglos 1492-1992 (págs. 121/122):

“Con el propósito de abrir la navegación de nuestros ríos al libre tráfico comercial, ingleses y franceses organizan una flota que remontará el Paraná, hasta Asunción. La componen casi un centenar de barcos mercantes, protegidos por 11 de guerra, entre los que se cuentan vapores, una fragata, corbetas, bergantines y una goleta. Tales buques estaban armados con modernos cañones de ánima rayada y cohetes Congreve, que eran los misiles de la época, llevando a bordo infantería de marina.

Rosas resuelve hostigar el paso de la flota desde tierra, pues se ha quedado sin escuadra. Para ello, instala baterías en la Vuelta de Obligado, cerca de San Pedro; en el Paso de la Ramada, sobre el Paraná Pavón; en las barrancas de Tonelero, próximas a Ramallo; en Acevedo, junto a San Nicolás; y en San Lorenzo, justamente donde los granaderos recibieran su bautismo de fuego.

En Obligado, las baterías son cuatro, al mando de Álvaro Alsogaray, Eduardo Brown, Felipe Palacios y Juan Bautista Thorne que, a su vez, dependen todos del general Lucio N. Mansilla. El río tiene allí unos 700 metros de ancho y Mansilla lo ha cerrado con 3 gruesas cadenas que lo cruzan, sostenidas por lanchones. El 18 de noviembre de 1845, los primeros navíos de la flota se acercan a Obligado. El 19, llueve y los invasores postergan el ataque, pues la visibilidad es mala.

Al amanecer del 20 de noviembre se inicia el combate. Los obuses navales caen sobre las posiciones argentinas. Y los cañoncitos de nuestras baterías truenan sobre las naves enemigas, cada vez que éstas se ponen a su alcance. A la una de la tarde, las cadenas no han podido ser aún cortadas por los incursores. La fragata-insignia francesa queda hecha un colador y, con 2 oficiales muertos y 40 tripulantes fuera de acción, es arrastrada a la deriva, corriente abajo. El bergantín inglés Dolphin y el francés Pandour se retiran averiados. El vapor Fulton, provisto con cañones de 80, fracasa en su intento de cortar las cadenas, con daños en el casco y en las máquinas, muerto su maquinista principal.

La situación de los defensores es comprometida, sin embargo. Barridas las baterías por el fuego adversario, sus piezas se van quedando sin munición. Thorne ha sido herido. Las bajas se multiplican. Los infantes de marina aliados intentan el desembarco y son rechazados con arma blanca. A media tarde, están agotadas la pólvora y las balas. Mansilla también es herido. a las 8 de la noche, el coronel Crespo –que sustituyó a Mansilla– se repliega hacia las barrancas.

Los argentinos han tenido 250 muertos y 400 heridos. Ingleses y franceses reconocen 26 muertos y 86 heridos. La expedición queda detenida en obligado durante 40 días, para efectuar reparaciones.

En enero de 1846, la flota continúa su navegación río arriba. Al reiniciar la marcha, vuelve a ser castigada por Thorne, que utiliza cañones móviles arrastrados a la cincha por caballos. Supera las baterías de Tonelero y Acevedo, recostándose contra la orilla opuesta. En San Lorenzo es cañoneada durante 4 horas, resultando alcanzados el Dolphin y la Expeditive. Finalmente los buques llegan a Asunción, fracasando el aspecto comercial de la expedición, pues es poco lo que allí se compra y se vende. El 4 de junio, la escuadrilla está de regreso frente a Quebracho, al norte de San Lorenzo, donde la espera Mansilla.

El paso por Quebracho costó caro a los aliados. Queda inutilizado el vapor Harpy y con importantes averías el Gorgon. Dos de los mercantes son hundidos. Otros 2 deben arrojar al agua sus cargas para retirarse aligerados. Gravemente dañados, 4 más serán abandonados e incendiados luego, para evitar que caigan en poder de los argentinos. Se registran 60 bajas entre el personal militar embarcado. De nuestro lado solo un muerto y 4 heridos”.

III. A manera de conclusión

Obligado fue una derrota militar, pero un triunfo moral de la Soberana Confederación Argentina; por eso es el día de la SOBERANIA NACIONAL, porque representa la inquebrantable voluntad de la Patria con Jefes a la cabeza de un pueblo digno de no claudicar en su esencia y Tradición gloriosa, y ser antes muertos que vencidos.

Como diría el recientemente fallecido poeta entrerriano, nuestro amigo jordanista ALDO MUÑOZ, de derrota en derrota venimos haciendo la historia de esta Patria sufriente, pero le demostramos al piratón imperial tanto en Obligado como en Malvinas nuestra dignidad expresada en el ¡VIVA LA PATRIA! con que abrió fuego el general Mansilla y con “NO SE RENDIRME, DESPUES DE MUERTO HABLAREMOS” del Sargento “perro” Cisneros.

En el parte de la derrota de Caseros, dirigido a la junta de representantes, que era a la vez la renuncia  firmada en al campo de batalla el 3 de febrero de 1852 por Don Juan Manuel de Rosas, y que está manchada con su sangre pues estaba herido en una mano, ante esa derrota con que humillaban a la gloriosa Confederación el Imperio de Brasil, algunos uruguayos del partido colorado (unitarios de Uruguay) y el infame traidor de URQUIZA,  derrota nacional que todavía hoy festejan los gobiernos nacionales y provinciales por cipayos o faltos de conciencia histórica nacional, escribía el gran Americano: “CREO HABER LLENADO MI DEBER COMO MIS CONCIUDADANOS Y MIS COMPAÑEROS. SI MÁS NO HEMOS HECHO EN EL SOSTÉN SAGRADO DE NUESTRA INDEPENDENCIA, DE NUESTRA INTEGRIDAD Y DE NUESTRO HONOR, ES PORQUE MÁS NO HEMOS PODIDO”.

DIOS Y PATRIA O MUERTE♦

Fuente:

Ricardo Andrili

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