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Beth Stone Smith es una de las mayores especialistas en el mundo sobre cómo tratar con la Lobesia botrana. Ella coordinó el programa de erradicación en California, EEUU, y este miércoles compartió su experiencia en el INV frente a productores, ingenieros e interesados.

En esta charla organizada por Senasa, la disertante explicó cómo trabajaron durante años vinculando actores públicos y privados. Además, con un grupo de expertos internacionales definieron tres cosas para erradicar la plaga: que la población de la polilla no creciera, que la industria apoyara y que los métodos estuvieran disponibles.

Del encuentro participó Fabián Ruggeri, representante de ACOVI en el Comité Asesor de Lobesia botrana. El ingeniero destacó las diferencias con la lucha en EEUU e hizo hincapié en el combate: “Allá apareció la plaga y el foco no estuvo en cómo entró sino que avanzaron. Se pusieron la meta de erradicarla y empezaron con todo lo que tenían a mano. Así, después de 6 años de programa consiguieron estar libres. Nosotros llevamos 8 años y en algunas zonas aún no podemos bajarla.”

Fabián Ruggeri y Beth Stone Smith

Hay que aclarar que, según se explicó, en un principio la mayor parte del pago por la erradicación estuvo a cargo de la “industria” (en su mayoría productores). Con el pasar del tiempo, intervino el gobierno local y luego el nacional para mantener el combate.

Por otro lado, Carlos Lehmacher, director del Centro de Senasa de Cuyo, rescató que más allá de los recursos había que “encauzar el barco hacia un solo rumbo”, debido a que con fondos pero sin voluntad no se podía finalizar la lucha. “La diferencia más significativa que planteó (Stone) es cómo se posiciona uno frente a la plaga. En EEUU los que solicitaron la erradicación fueron los productores, el condado y el Estado de California. Ahí llegaron al nacional. Mientras que aquí se dieron todos intentos separados. Sobre eso tenemos que trabajar”, analizó Lehmacher.

Aprendizajes

La especialista marcó varias enseñanzas que tuvieron en el proceso. Una de ellas fue la relación con los productores, ya que por ejemplo, era común que algunos tuvieran desconfianza con un funcionario público y lograron trabajar mejor a través de referentes agrarios.

Además, con carteles en las rutas buscaban generar conciencia entre los productores para continuar los procesos. Un dato de color es que como gran parte de la población es hispanohablante, varios de esos carteles  eran en español e inglés.

Por último, recomendó: “Es difícil cuando hay muchos socios. Sería más fácil si lo definiera todo yo, pero la verdad es que no tengo todas las soluciones. Entonces la comunicación con todos y el trabajo en equipo es duro pero fue en gran parte la razón por la que logramos este progreso. Hay diferentes puntos de vista y responsabilidad: el Estado Federal, productores, la universidad, los técnicos. Coordinar es difícil pero es necesario”.

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