Con motivo del recorte a los reintegros por exportación, Nicolás Vicchi, subgerente de ACOVI, participó en un programa especial de Radio Jornada. Compartimos en este artículo parte de la conversación que incluye una visión del cooperativismo más allá de las épocas de crisis y la necesidad de modernizarse para que la vitivinicultura pueda crecer.
Nicolás, ¿cómo viene el mapa de acciones a partir de ahora?
Tanto COVIAR como cada una de las cámaras y CONINAGRO estamos en constante comunicación con el gobierno nacional. Esto es una cuestión de incertidumbre que se nos genera en una etapa donde hay excedentes en puerta, donde teníamos un panorama de devaluación para exportar esos 300 millones de litros que hay de sobrestock y donde nos dan los números de aumento constante en la actividad de granel.
Creemos que es como cuando en la casa uno está ajustado y empieza a hurgar en el sillón por si quedó una moneda. Nos da esa sensación porque la medida no ha sido consultada, es un poco contradictoria a todos los planteos institucionales que venimos haciendo de aumentar los reintegros a las exportaciones fundándolo en números, en retorno que le llega al Estado.
¿Qué pedían las entidades antes de esta medida?
Tenemos que tener en claro que no estamos pidiendo un subsidio, el reintegro es la devolución de impuestos internos que se gravan a lo largo de la cadena comercial y de producción. No significa mucho para el gobierno nacional, porque son 50-55 millones de dólares si se eliminaran completamente. En cambio, un aumento de los reintegros a la exportación del 6 al 9% como pedíamos implicaba un sacrificio fiscal de 30 millones dólares pero con eso podían generarse exportaciones adicionales por 100 millones de dólares e incentivar la producción para el consumo interno, generando 1300 hectáreas más que podrían plantarse.
La vitivinicultura ha demostrado en todos sus aspectos (producción primaria, industrial y comercial) que se si se la deja trabajar y están las reglas de juego claras da mucho y retribuye mucho en puestos de trabajo y en valor agregado. Lo ha demostrado el informe reciente de COVIAR junto a la Facultad de Ciencias Económicas (UNCuyo) y el Observatorio de ACOVI sobre el impacto económico de la vitivinicultura. Es un tema muy importante porque no se pueden dar señales al mercado abruptamente como es esto. La comercialización y el ganar mercado en el fraccionado tarda mucho.
En ese sentido, ¿cómo ves el panorama general hoy?
Leía en un informe que en un año se ha perdido en un 7% la participación del vino Malbec en EEUU, que es el principal destino de exportación que tenemos y donde ahí teníamos nuestra punta de lanza o “niña bonita”.
Vemos la inflación que aumenta y no tiene un escenario favorable de reducción, sino que sigue siendo progresivo. El tipo de cambio afecta en los insumos, tenemos el tema de la financiación con una tasa de interés del 45% que es inviable. El productor y la industria tienen las manos atadas para seguir desarrollándose, modernizándose.
Creemos importante que el gobierno recapacite, creemos que hay tiempo, oportunidad, y poder generar previsibilidad y un trabajo a largo plazo. La agenda ya la ha marcado COVIAR, sabemos cuáles son los puntos y hemos llevado soluciones como pidió el presidente Macri en la única reunión con el sector. Estamos insistiendo en tener una nueva audiencia porque él se había comprometido a eso.
Quiero preguntarte sobre el futuro próximo del cooperativismo, porque cada vez que hay crisis se esgrime la receta del asociativismo. Qué tipo de recetas o medidas están adoptando desde el sector cooperativa en función de esta coyuntura y previendo lo que pueda ocurrir en el mediano y largo plazo
Creo que al cooperativismo no hay que verlo solo como una herramienta de reducción de impacto ante una crisis sino que es un mecanismo de desarrollo, de crecimiento y de progreso, que a su vez en épocas de crisis le permite a uno sentirse más protegido y con mejores mecanismos de salida.
¿Por qué digo esto? Porque el productor integrado al menos desde FECOVITA tiene muchos beneficios que superan el valor del vino o de la uva. Por ejemplo, se realizan compras conjuntas para que el productor pueda garantizarse todos los insumos a un valor menor al de mercado y con una financiación a 12 meses con un interés casi nulo del 2%. Además, hay ingenieros en cada cooperativa asesorando a los productores, por lo que tienen previsibilidad y pueden hacer todas las labores culturales previstas.
¿Y qué más hace falta para que avance la vitivinicultura?
Creemos que también la salida es la modernización, empezar a instalar la mecanización en los viñedos. Nosotros tenemos en la vitivinicultura un gran componente de mano de obra intensiva que se lleva entre el 50 y el 60% de los costos totales. Generando la modernización y la mecanización, el productor va a poder ser más eficiente, va a reducir los costos y generar mayor rentabilidad.
Nosotros al tener este sistema ya ensamblado podemos generar empresas de servicios de manera más fácil, las cooperativas pueden prestar este servicio al productor. Por ejemplo, hace dos años FECOVITA compró 4 cosechadoras para que productores chicos puedan mecanizar y reducir el costo de la cosecha, que a otra empresa por una cuestión de rentabilidad no le hubiese convenido. Desde el cooperativismo creemos que hay mucho para desarrollar, mucho para crecer, y para nosotros siempre el asociativismo y la integración serán herramientas para lograrlo.