Con motivo de abril mes del Malbec, hablamos con dos grandes conocedores de esta cepa que han transcurrido su vida con ella. Se trata de Martín Garbuio de la Coop. Vista Flores (Tunuyán), y Abel Ríos de la Coop. San Carlos Sud.
Garbuio recuerda que ya su abuelo trabajaba con esta cepa y destaca que gracias a Domingo Faustino Sarmiento se comenzó a generar un polo de desarrollo vitivinícola que incluía cepas francesas. “Es una uva muy noble, se enferma menos que otras, es más resistente a las adversidades como hongos o ambiente, sufre menos el calor y la sequedad. También, resiste más los tiempos de poca agua”, enumera el vicepresidente de esta cooperativa ubicada en Tunuyán.
Otra ventaja que destaca este representante es que el Malbec tiene una floración y un cuaje desplazado de las heladas tardías. Esto quiere decir que florece después de las heladas y eso es un resguardo para la producción: “Tenemos casi un mes de diferencia, imaginate que todavía no empezamos con la cosecha, hay un ciclo más atrasado. Al Malbec en altura muchos lo han descubierto ahora, pero como te decía nosotros ya lo trabajábamos con mi abuelo”.
Por su parte, Abel Ríos cuenta que el cultivo de la cepa se incrementó mucho a partir de los ’70 cuando se arrancaron viñedos de 70 años y comenzó un auge de esta cepa a nivel mundial. “Se consume mucho y en estos últimos 15 o 20 años se viene plantando esto, con buen resultado. Esperamos obtener buenos vinos y poder venderlos de acuerdo a la calidad. El Malbec es distinto en aroma y suavidad, es un vino muy prolijo”, comenta este representante de San Carlos Sud.
Además, Ríos afirma que siempre procuran “generar buena calidad para competir con calidad”. En ese sentido, destaca que los vinos de esta cooperativa del Valle de Uco han recibido varios premios: “Hace dos años en Amsterdam ganamos el primer premio al Malbec. Además, hemos recibido menciones en Estados Unidos, en Brasil y en China también”.
A modo de cierre, Garbuio trae un consejo de sus ancestros: “Yo me crié en los viñedos con mi abuelo, italiano del norte. Él le cantaba a las plantas y nos decía ‘a las viñas hay que tratarlas como a una señorita’. Es el folclore cuyano, fijate tantas canciones hay dedicadas a las parras y al vino. Cada planta tiene su personalidad, cada poda es diferente y hay que tratarlas casi en forma personalizada. Habrá que adaptarse a los cambios sin perder esas raíces”.