Los vitivinicultores están preocupados por el límite al que ha llegado los faltantes de insumos para embotellar de cara a las fiestas y a la cosecha en ciernes. Pedido de ayuda al Gobierno provincial.
Por la baja en la cantidad de uvas registrada en la temporada pasada y debido a la máxima tensión entre costos y ventas, la vitivinicultura es uno de los sectores complicados de la economía argentina. Ahora, la situación se agrava por los faltantes de insumos que son necesarios para fraccionar y embotellar. La situación no es nueva pero se ha agravado en los últimos tiempos por la falta de dólares y la mayor necesidad del rubro debido a la época del año.
Aunque no hay una fecha indicada para embotellar el vino, lo cierto es que la mayoría de las bodegas suelen hacerlo a partir del segundo semestre debido a la necesidad de comenzar a liberar los tanques de cara a la próxima cosecha. Además, pese a la baja del mercado, lo cierto es que ya se comienzan a recibir los pedidos para las fiestas de fin de año cuando el sector posee su temporada alta.
“Creo que es irresponsable que no se haya intervenido o hecho un reclamo institucional ante la Nación”, expresó el dirigente empresarial y explicó que se trata de una situación riesgosa no solo para la industria. “Si las bodegas no pueden liberar espacio para la uva nueva, habrá una baja en los precios de la materia prima que impactará fuerte en el sector productivo”, opinó Stortini.
Turno para marzo
En este marco, en las diversas mesas de referentes de la vitivinicultura prácticamente no hay otro tema de conversación debido a lo límite de la situación. Fabián Ruggeri, presidente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (Acovi) destacó que el mayor problema está en los tapones. Es decir en los corchos tanto sintéticos como naturales. “A las empresas que no tienen stock les están dando turno de entrega para marzo”, subrayó.
En coincidencia, Diego Stortini –quien también es miembro de la sectorial vitivinícola de la FEM- declaró que el ingreso de importaciones está en un grado de restricción máxima. “A un proveedor de tecnología de riego le han dado fecha recién para marzo o abril sin saber con qué tipo de cambio”, sostuvo el empresario. Agregó que los contenedores que hoy están parados sumarán un costo más a la producción de la próxima temporada.
Ruggeri sumó que además de los tapones también hay complicaciones con todo el material que se importa. Se destacan las etiquetas y las cápsulas, aunque estas últimas tienen algún eventual reemplazo de producción nacional. El caso de las escasez en el ingreso de maquinarias y repuestos para –por ejemplo- las fraccionadoras obligan a la industria a disminuir sus tiempos y efectividad.
“Hay un deterioro muy grande de todo el entramado industrial, una suerte de ‘lo atamos con alambre’ que baja la eficiencia y obliga a vivir al día sin proyección alguna”, destacó Stortini con relación a las implicancias de las restricciones en la vitivinicultura y el sector productivo en general.