Como uno de los principales competidores a nivel mundial y en medio de una caída de las exportaciones, la industria se plantea cómo mejorar su competitividad. Qué se puede cambiar y qué no.
Que Argentina está lejos no es novedad para nadie. ¿Lejos de qué? De los principales centros del consumo del mundo. Quienes producen para exportar saben que sus costos logísticos tienen mayor peso relativo debido a este innegable hecho. Sin embargo, el encarecimiento de la Argentina en general y la apertura que se viene o ya ha comenzado, obliga a las industrias a una mayor competitividad que no todas logran. La vitiviniculturatiene un alto componente de costos en sus traslados y queda en desventaja en comparación con su principal competidor que es Chile. Y eso, pese a que Mendoza y San Juan –principales productores- están muy cerca de la salida por el Pacífico gracias al corredor internacional.
El Observatorio Vitivinícola Argentino que pertenece a la Corporación Vitivinícola (Coviar) realizó un trabajo sectorial para analizar los puntos a mejorar en la cadena vitivinícola. La logística es clave no solo para el traslado del producto final a los centros de consumo sino también para que la materia prima llegue en condiciones a las bodegas. Aquí se tienen en cuenta el transporte, la cosecha, el acarreo y el tiempo que se demora. Según explicó Daniel Rada, miembro del Observatorio y uno de los autores del mencionado informe, el proceso logístico mira desde el grano de uva hasta el producto puesto en góndola.
“El objetivo es que la calidad sea máxima y no se pueden admitir bajas de calidad por problemas de logística”, señaló el profesional. En este marco, el informe buscó poner de relieve las principales fallas en la logística que no solo se ven antes de llegar a bodega sino también en los centros de consumo. En estos casos –y aunque no son habituales- también se cuenta el caso de vinos oxidados o botellas en malas condiciones debido a deficientes condiciones de guardado o distribución.
Las posibilidades de llegar al resto del mundo son clave con relación a la exportación. Si bien más del 70% del vino argentino se comercializa en el mercado interno, el externo es muy importante para diversos establecimientos. Además, se espera que ahora cobre mayor relieve debido a la desregulación de la economía, una menor brecha cambiaria y una fuerte recesión local que desalienta el consumo de bebidas como el vino por no ser de primera necesidad. En este marco, el vino argentino compite directamente con el chileno en el mundo, pero en lo que a costos respecta pierde por goleada.
Una diferencia de ocho puntos
Por la coyuntura actual, los costos logísticos en la vitivinicultura se dispararon en 2023 y el transporte en general se convirtió en una complicación extra o más importante la industria en general. Sin embargo, la diferencia entre los exportadores chilenos y los argentinos viene desde hace tiempo. Parte de la mayor competitividad de los vecinos tiene que ver con su estratégica e inamovible ubicación territorial al lado de los puertos y con distancias mucho más cortas que las existentes en Argentina. Sin embargo, la cuenta a favor de Chile tiene otros condimentos que van en detrimento de la bebida nacional en el momento de competir afuera.
El estudio del Observatorio le puso números a esta situación y explicitó que para el vino argentino es 77% más caro que para el chileno llegar hasta su principal comprador mundial que es Estados Unidos vía puerto de Buenos Aires. Esta diferencia se achica si el producto sale por Chile, pero 51% más alto que lo que deben pagar sus competidores del país vecino. Si se parte desde San Juan la diferencia es de 90% y 59%, respectivamente con incrementos mayores a medida que las bodegas se alejan del centro del país. Además, esta opción no es muy utilizada por la mayoría que son los que venden a granel debido a que existen otras complicaciones relacionadas con los controles del temido Servicio Agrícola y Ganadero de Chile (SAC).
Por otro lado, un costo impensado o muy argentino para llegar a Buenos Aires está en los seguros y plus que cobran las empresas de transporte por un tema de seguridad y robos que suceden camino al puerto. Este extra, explicó Fabián Ruggeri, presidente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (Acovi), hace más pesada la cuenta de la logística y establece una diferencia de casi diez puntos entre un país y otro. Mientras para los argentinos implica entre 8 y 10 centavos de dólar por litro, para los chilenos ese valor es de 1 centavo de dólar por litro.
Principales diferencias
Fabián Ruggeri, presidente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (Acovi), explicó que las diferencias para exportar entre Chile y Argentina no son nuevas más allá de los aumentos. En primer lugar, por la diferencia de ambos mercados que –aunque producen cantidades similares- tienen destinos diferentes. El chileno elabora para exportar en casi su totalidad ya que no es alto el consumo de vino allí mientras que en el local la ecuación es al revés con un fuerte foco en los clientes argentinos. En este marco, en Chile también importan buena parte de los insumos ya que no existe producción nacional.
Esto explica uno de los costos que pagan menos en el país vecino. Se trata de los aranceles de exportación que allá son cero tanto para un lado y para el otro y acá implican entre el 20% y el 35% del costos total. Aunque el Gobierno nacional pretende realizar acuerdos similares para la economía en general de que Cancillería busca gestionar convenios específicos por producto y para el vino, todavía no hay novedades. Además, hay que tener en cuenta que bajar los aranceles también permite el ingreso de productos del exterior lo que habría que ver qué impacto puede tener en el vino.
En esta línea, la diferencia territorial obvia es que las bodegas chilenas están a menos de 600 km del puerto en donde existen contenedores de sobra debido a la apertura de la economía vecina. La dificultad para conseguir contenedores es otra que se suma a la logística del vino argentino y que encarece los costos. La mejor disponibilidad de contenedores es uno de los puntos que podrían mejorarse para abaratar los costos logísticos locales y eso podría darse a medida que se profundice la apertura. Situación que habrá que evaluar en un contexto más amplio llegado el caso. La vitivinicultura vecina tiene mayores niveles de concentración y tamaño de las empresas mientras que la argentina se caracteriza por ser minifundista y contar con mayor variedad de productos; discusión que hace tiempo sobrevuela las mesas sectoriales.
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