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El mendocino Carlos Iannizzotto es uno de los dirigentes ruralistas con más experiencia en el país. Su vocación cooperativista, que se inició con la vitivinicultura en nuestra provincia, lo llevó a ser desde hace muchos años uno de los referentes de Coninagro, que preside, una de las cuatro entidades de la llamada Mesa de Enlace del campo argentino. En diálogo con Los Andes expresó la predisposición que tiene su organización para colaborar con los gobiernos nacional y de Mendoza en el diseño de planes de desarrollo productivo sustentables. Pero no oculta su preocupación por acciones del kirchnerismo que terminen conspirando contra los acuerdos y la inversión que requiere la Argentina.

-¿Cuál es la situación del campo en general, teniendo en cuenta el cambio de gobierno y la crisis por la pandemia?

-El sector agropecuario está de alguna manera agradecido porque hemos podido trabajar a pesar de esta emergencia. Esa es mi primera reflexión. En segundo lugar, debo decir que el comienzo (con el Gobierno) no fue el mejor por el tema de las retenciones a las exportaciones y todo el sistema tributario, que sigue siendo muy pesado y complicado con el sector de exportación. Desde Coninagro (Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada) publicamos mensualmente un ‘semáforo’ y ahí sale que la gran cantidad de economías regionales están pasando por un duro momento, más allá de que en muchos casos ha aumentado el consumo, pero no se ha logrado trasladar ese movimiento al productor.

Siguen existiendo, como en muchos aspectos de nuestro país, temas en los que a través de los años no logramos transformaciones. Uno de ellos es el poco ingreso para el productor mientras el bolsillo del consumidor se ve más afectado por los precios. Hay una asimetría. Debemos revisar el sistema impositivo, el sistema financiero, ir de un sistema impositivo extractivo a uno impositivo que aliente la producción, para ayudar a tantas pymes que este año han logrado mantener el trabajo; cómo no se les va a dar algún aliento impositivo.

Lo que promueve Coninagro es lo que han puesto en práctica muchos países. Lo podemos ver en nuestros vecinos de Chile. Es la proximidad. Sobre todo, en algunos sectores productivos, como los que están más ligados a la mesa de alimentación. Es acercar al productor y al consumidor a través de los mercados. Es decir, vincular a una oferta atomizada frente a una concentración de la demanda.

-¿Qué evaluación hizo la dirigencia del campo del caso Vicentín?

-Yo creo que a nivel nacional hay ciertas acciones repentinas del Gobierno que irrumpen y que, lamentablemente, impiden establecer el acuerdo que necesita la Argentina para salir adelante. El tema Vicentín produjo mucho malestar, pero no por el tema en sí, sino porque el mismo Gobierno lo enfocó como una situación de interés público cuando no lo había, más allá de preservar la fuente de trabajo, que es algo que está previsto en los concursos judiciales.

Pude ser de algún modo protagonista porque el presidente de la Nación me dio una audiencia. Le transmití lo que pensamos los productores: que la expropiación era un tema fuera de la comprensión del sector productivo. La palabra expropiación el sector productivo no la entiende como una alternativa de interés público, sino como una ideología. Luego hubo en el Gobierno una especie de recomienzo de la relación con el sector productivo. Se ha recibido al Consejo Agroindustrial y Coninagro tiene una buena recepción oficial, se están estableciendo puentes. Pero mientras no haya un programa de gobierno con pautas más o menos definidas, previsibles, los anuncios quedarán totalmente descolgados, potenciando la desconfianza y la incertidumbre.

-¿Entre las acciones repentinas del Gobierno usted incluye la reforma judicial?

-Totalmente. Los argentinos llevamos 40 años de desencuentros, o quizás más. Hace prácticamente más de diez años que la Argentina no crece. Y esto está fundado en un primer escalón que es la falta de confianza y la falta de políticas de Estado, que se basan en acciones conjuntas de consenso y de confianza. Pero como estamos nos conducimos a más pobreza.

La reforma judicial vuelve a plantear desunión. No porque no haga falta: por supuesto que hace falta. En el ámbito rural la necesitamos urgente para combatir el delito. Pero no se puede plantear de la forma que se plantea, en un ámbito exclusivamente político partidario, con mucha carga aparentemente ideológica. Está planteada de una forma tan técnica que uno piensa que está todo encubierto para lograr fines que no conocemos. Y por eso no ha caído bien entre la gente algo que es tan necesario.

Otro tema importante que se desvirtúa al ser mal planteado es el del servicio público de internet y telefonía. ¿Cuánta conectividad necesitamos en este país? Somos el primer sector que abona para que haya conectividad en la educación, conectividad para que el productor conozca, se informe en los temas climáticos, en los temas que tienen un impacto productivo y social fenomenal. Entonces surge este entramado del servicio público que confunde. No sabemos si es un hecho abrupto para perseguir un fin político, o para perseguir el bien común. Sin debate, está nuevamente el autoritarismo presente.

Estas medidas ponen más en alerta a potenciales inversores…

-Sin ninguna duda. Nosotros hablamos de alentar la inversión, pero este tipo de medidas claramente desalientan. Hoy el que piensa en invertir en el país está totalmente desalentado. Si bien el Gobierno está, con buen sentido, arreglando la situación de la deuda externa, eso no impide que haya una política paralela en una coyuntura tan difícil para que la producción vaya alentando a la inversión.

En el plano local, ¿qué trataron recientemente con el Gobernador y el ministro Vaquiè?

-Nosotros partimos del concepto de federalizar la economía. Esto significa que muchos de los grandes problemas nacionales o regionales los podamos solucionar de ese modo. En eso Mendoza puede ponerse de acuerdo para una matriz productiva que indudablemente hay que diversificar. Tenemos que debatir con una mirada amplia y plural. Y así como exigimos de la Nación una mirada al interior, Mendoza tiene que hacer lo mismo con respecto a sí misma. Con el Oasis Norte, con el del Este y su salida a Buenos Aires, el Sur provincial. Hay que tener una política ganadera. Y el tema minero es igual: hay que debatirlo y habrá que ver cómo se localiza en sectores que no tienen otras alternativas productivas y que no son incompatibles con esta matriz que se diseñe.

Nosotros le planteamos al Gobernador que tenemos que establecer en forma conjunta esta planificación económica mendocina, esta matriz productiva regionalizada, y juntos ir a la Nación, porque acá hay deberes que tenemos que hacer los mendocinos y hay aspectos que tenemos que reclamarle a la Nación.

-¿Qué impresión tiene de la división entre sectores vitivinícolas?

-Lamentablemente se ha ido profundizando esa división porque pasa el tiempo y los hermanos no se juntan. El plan estratégico tuvo un saldo favorable y estuvimos todos sentados a la mesa. Siempre existieron fuertes discusiones, pero con respeto y buscando un consenso y lo logramos: fue el boom de las grandes inversiones de la parte vitivinícola. Me parece, como sugerencia, que el Estado tiene que arbitrar como conciliador para que estén todos sentados a la mesa, porque si no va a ser muy difícil que la vitivinicultura, sin todos estos actores, siga teniendo el protagonismo nacional e internacional que tiene. Y que la Coviar vuelva a ser una institución pionera en planes estratégicos, que es lo que justamente no abunda en la Argentina.

-Con tantos años de experiencia como dirigente vitivinícola y ruralista, ¿ha pensado en algún momento en dedicarse a la política partidaria, o a un cargo electivo, como el de gobernador?

-Sería un aspecto que uno nunca descarta, pero también soy partidario de que estas situaciones que honran la vida de uno, y que también son de mucha responsabilidad, se tienen que dar naturalmente. Pero me parece, por lo menos es mi forma de ser, que se tiene que dar por mérito, porque la ciudadanía debería ser la que considere qué personas son las que tienen que conducirla. Uno tiene que estar a disposición, capacitarse y ayudar a construir el bien común. A partir de ahí hay que ver qué personas son las que mejor pueden conducir al bien común.

Por supuesto, yo tengo vocación hacia lo social y en ese sentido uno puede estar dispuesto a un desafío tan grande. Más allá de que pienso que, quizás, haya personas con menor edad y muy bien preparadas. Pero uno siempre tiene que estar dispuesto a ocupar el lugar que permita conducir hacia el bien común.

Perfil del entrevistado

Edad: 65 años. Casado con 10 hijos.

Nacido en Mendoza.

Profesión: Productor Vitivinícola Cooperativo.

Trayectoria: Abogado con vasta experiencia en mediación familiar, capacitado en las universidades de Cuyo, de Navarra en España y del Aconcagua en Mendoza. Fue Presidente de la Fundación Pilar, Familia y Sociedad y del Instituto para la Transformación del Estado y la Sociedad.

Fuente Los Andes

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