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Según datos del IDR publicados en el diario Los Andes, la vid se vio afectada, como otros cultivos de la provincia, por las lluvias constantes producidas por el fenómeno El Niño, en especial en las zonas Este y Norte de Mendoza.

“Para la vid de esas zonas, la pérdida productiva con respecto a la temporada pasada, calculamos que fue del 40%”, acotó Fernández.
Justamente desde otro organismo, en este caso de Jorge Prieto, en el área de ecofisiología de la vid, en la EEA Mendoza INTA, precisaron que las lluvias en la vid favorecieron el desarrollo de enfermedades criptogámicas en hoja y racimo, que pueden haber afectado el rendimiento y la calidad. “Este año, hubo focos de podredumbre desde muy temprano en la temporada, antes del envero que se da en enero, esto es cuando se produce un cambio en el color de las uvas, de forma que las variedades tintas se colorean con pigmentos rojos y azulados, mientras que las variedades blancas se vuelven rubias o amarillas. Este año se complicó este proceso biológico en la vid”, explicó Prieto.

El agua constante de las lluvias también ocasionó peronóspora en algunos casos, donde las enfermedades no se controlaron adecuadamente. Según el especialista del IN TA, también el agua en abundancia hizo que se cayera el follaje que cubre la vid, por lo cual la dejó más vulnerable a los rayos del sol y eso afectó la acumulación de azúcares en la uva y la correcta maduración. Así la vid no pudo realizar la fotosíntesis en forma adecuada.

“Esto puede también ocasionar que la planta no pueda realizar la acumulación de azúcar en tronco y raíces, por lo que genera que sus reservas para la próxima temporada disminuyan calidad”, precisó Prieto.

De cualquier manera, Prieto afirmó que los pronósticos de cambio climático prevén un aumento en la frecuencia de tormentas fuertes, mientras que al mismo tiempo la precipitación nívea se prevé que disminuiría. Esto presenta el desafío de mantener la sanidad de la planta y la uva a lo largo del ciclo previendo que tal vez haya menor disponibilidad de agua para riego.

Es por ello que desde el IN TA siguen trabajando en variedades de vid adaptadas al déficit hídrico y en estrategias de riego que se adapten a la sequía. “Va a disminuir la precipitación nívea de la cordillera que alimenta los ríos, por lo cual se estima que habrá menor disponibilidad de agua para riego”, subrayó el especialista del INTA.

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