Por Laura Zulián. Diario UNO, 26 de agosto de 2016.
En marzo, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) dio a conocer, como todos los años, una estimación, algo así como un pronóstico, de lo que sería la cosecha. Pero en esta oportunidad lo hizo con algunas salvedades, dado que las condiciones climáticas fueron muy distintas y desfavorables con respecto a cualquier otro año “normal”.
Por eso, pusieron un rango que les permitía tener un margen de error de 600.000 mil quintales. Estimaron que se cosecharían entre 12.800.000 y 13.400.000 quintales de uva, sólo en Mendoza, que es la que marca la diferencia y la que más peso tiene entre las productoras de uva. “Tenemos un nivel de confianza del 95%”, dijo en ese momento un técnico del INV a este diario.
Sin embargo, este año la confianza se vio quebrada por una realidad que resultó implacable. Según un nuevo informe –y final– del INV, se cosecharon en Mendoza10.190.477 quintales, lo que resultó ser dos millones menos que lo estimado y 6 millones menos que lo que se levantó de las vides en 2015. Lo que puede decirse, un panorama complicado.
“Desde que yo recuerdo, es la peor cosecha en los últimos 50 años”, dijo uno de los técnicos que elaboró el informe a pedido del INTA.
La enorme cantidad de lluvias, las granizadas, las heladas tardías y las enfermedades de la vid hicieron que este año la producción mermara de forma tan significativa.
El sector más afectado fue el del Este de Mendoza en donde la baja en la producción alcanzó 50% en relación al año pasado. Este año la vendimia fue de 4.133.328 quintales, mientras que en 2015 había sido de 8.233.460.
Las variedades más afectadas fueron las uvas llamadas “comunes”, las “básicas” que son las que, justamente, se producen en el Este. “Fue un año muy malo climáticamente, tenemos también el tema de la Lobesia que se agravó por los problemas que ocasionó el clima”, agregó el técnico del INV.
“Nosotros en el Este lo veíamos, que las pérdidas iban a ser del 50% como ha sido, por las heladas, las piedras y la lluvia”, dijo Luis Cañas, de la Asociación de Productores en Acción del Este.
Para Cañas, la estimación desacertada del INV contribuyó a perjudircarlos. “No sólo está el problema de la baja producción, como el pronóstico fue erróneo, entonces el que tenía guardado un poco de vino lo vendió, con una cosecha normal el precio no va a subir y vende, después el precio se fue al doble porque estaba la mitad de la uva”, explicó.
Con respecto al problema de la Lobesia, dijo que muchos productores creen que la uva se está pudriendo pero que, en realidad, lo que pasa es que la vid está afectada con la plaga. “Te digo la verdad -confesó-, ya ni se cura para la peronóspera, que es algo se hace desde hace años”.
“Hemos tenido la mitad de la cosecha y el precio ha subido, pero estás con aumentos del 35% en los insumos, tenés al doble el precio pero la mitad de la cosecha, entonces estamos peor que el año pasado. El sobrestock no existió nunca, era para pisar los precios”, lanzó Cañas.
“Hay desesperanza, veníamos de cinco años de precios bajísimos, y ahora nos tocaron las inclemencias del clima. Las fincas están sin las tareas culturales, con yuyos, abandonadas, hace dos años que veníamos diciendo que esto podía pasar”, había dicho Cañas, en marzo pasado.