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Entrevista a Carlos Ianizzotto, Directivo de ACOVI y Vicepresidente de Coninagro en el programa EleveDiario, (LVDiez).

Hay un informe de ACOVI donde alerta sobre la concentración del mercado vitivinícola, hay mayor cantidad de superficie cultivada pero en menos manos. Inclusive, las bodegas a la hora de evaluar la elaboración del vino hay también menos cantidad de bodegas pero mayor cantidad de hectolitros elaborados.

-¿Es un problema o es parte del mercado que actúe así?

-Es un problema. Este informe realizado por nuestra institución muestra que paulatinamente se va a un cambio de la matriz productiva que no lo vemos beneficioso porque la mayor concentración desprotege al consumidor porque queda a merced de pocos que deciden el precio y se descuida también la matriz vinculada al trabajo y al salario porque los pequeños y medianos productores y pymes tiene la posibilidad de dar más trabajo y salario. Por lo tanto, esto no lo vemos buen conducente a la hora de establecer una distribución de riqueza, de trabajo y de salario.

-Siempre que he hablado con alguien de Bodegas de Argentina y en particular con quienes han conducido esta entidad han manifestado que las reglas del juego las debe poner el mercado, ¿cree que el mercado es el que debe manejar el sector vitivinícola o el Estado debe participar en alguna medida?

-No, desde el cooperativismo sostenemos que el mercado es válido en la medida en que se pueda competir. Si no hay competencia y el mercado establece una regla de juego exclusiva o una empresa o conjunto de empresas establecen en el mercado exclusivamente su parecer, entonces estamos viendo que esta ecuación no es equitativa y justa.

El mercado es válido en la medida que haya competencia y, para que haya competencia, evitar que haya oligopolios o todas las figuras relacionadas a la concentración excesiva. Ahí esta la función del Estado firme, para poner reglas de juego que permitan a los medianos y pequeños poder competir y ahí juega una figura importante el asociativismo y la integración para tener escala y poder competir.

-Los productores que se han ido desprendiendo de sus viñedos fueron los que más perdieron, ¿estos fueron algunos de los motivos por los cuales las grandes firmas o empresas están concentrando cada vez mayor cantidad de viñas?

-Pienso que es así, los grandes perdedores son los pequeños y medianos productores y esto no es un tema simplemente afectivo o histórico, sino que está vinculado al arraigo, al desarrollo local, al aspecto poblacional. Los efectos de la concentración tienen problemas sociales y culturales muy graves porque lleva a la concentración urbana que es uno de los grandes problemas sociales que estamos viviendo, con una fuerte inmigración de lo rural hacia lo urbano.

Cuando se establece una mega empresa, las proporciones por hectárea de ocupar mano de obra son totalmente disímiles. Hoy estamos en un trabajador cada siete hectáreas, cuando aparece una mega inversión vinculada a lo inmobiliario y demás el esquema es totalmente distinto y en la vitivinicultura resaltamos a 20 hectáreas por trabajador, esta es la gran diferencia.

No estamos demonizando las grandes concentraciones, sino que se deben mantener las posibilidades de la competencia y creemos que en la vitivinicultura hay lugar para todos en la medida que haya transparencia, créditos accesibles, políticas fiscales y un Estado que favorezcan a los productores.

-El problema está en que encima que no existen este tipo de acciones cuando llega el momento de vender la uva, los productores la venden a un precio irrisorio, la pagan como quieren…

-Exactamente. Desde el sector cooperativo estamos trabajando desde hace años en esta situación. Cuando en años anteriores se anunció  de hacer una nueva agrupación de cooperativas lo vimos con buen agrado y lo apoyamos para que haya más actores que puedan brindarle al productor y al sector industrial, que también se ha achicado. Hay menos competidores y la concentración hace que pierda el productor y el consumidor porque esto en última instancia lo pagamos todos con precios más caros.

-¿Qué se puede hacer ante esto?

-Son varias medidas en forma concomitante que estamos promoviendo y hemos charlado con el gobierno provincial y nacional. Primero, sin crédito accesible y acorde a la situación es imposible que la actividad económica para los pequeños y medianos productores y pymes puedan subsistir.

Las grandes inversiones se manejan con crédito y créditos accesibles porque tienen como conseguirlo. Es necesario la presencia del Estado, no decimos ‘subsidio’, ‘algo regalado’, sino adecuado al ciclo agrícola y a las posibilidades que en este momento tiene el productor.

Por otro lado, profundizar las medidas que promuevan el asociativismo. Hoy un productor independiente que tiene que ir con sus dos botellitas o su muestra de vino a tres o cuatro bodegas, le quita posibilidad de vender su producto. Tenemos que buscar la integración para que de esa manera el productor tenga la posibilidad de vender mejor su producto.

Necesitamos también políticas fiscales, políticas de Estado a largo alcance que provoquen esta integración, sino el productor con este esquema es difícil que pueda subsistir y lo estamos viendo también en la fruta, en la chacra en todo aspecto, es un problema a nivel nacional que hay que solucionar.

-Si tuviese la uva un precio justo, que le de la posibilidad al productor de llevar adelante sus costos y obtener rentabilidad, no tendríamos por qué apelar al subsidio ni nada por el estilo…

-De eso se trata. Que haya rentabilidad y que a los productores los dejen producir, que lo saben hacer muy bien y no necesitan un regalo de nadie.

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