Por Carlos Iannizzotto, vicepresidente de CONINAGRO
Actualmente, 1 de cada 10 alumnos estudia en una escuela rural (según datos del Ministerio de Educación del año 2015).
La realidad en estas escuelas es muy distinta a las urbanas o de las ciudades. En principio, se distinguen por tener una baja densidad poblacional, donde los chicos pueden llegar a hacer grandes distancias para ir a la escuela (a caballo, camioneta, o en autos compartidos). Además el clima puede afectar en gran medida el desarrollo de las clases (por lo que creemos que la infraestructura edilicia y de conectividad es central).
Tambien se observan desigualdades y falta de cultura educativa en el entorno de los alumnos. En las zonas donde mayores índices de pobreza hay, es donde están las escuelas rurales (por ejemplo NEA y NOA). Para revertir este diagnóstico es necesario llegar a las escuelas desde las distintas áreas del estado para complementar con salud, acción social, empleo, energía, transporte y producción al entorno familiar. La escuela puede ser un buen punto de partida.
Los grados multinivel es otra variable muy común en las escuelas rurales: los docentes comparten alumnos de distintas edades y distintos niveles educativos en una misma aula.
Los desafíos
Desde el sector cooperativo estamos convencidos que la educación es la base del desarrollo inclusivo y por ende, que la educación rural es un factor de política poblacional.
Debemos trabajar para disminuir la brecha entre el desarrollo tecnológico y el contenido educativo, lograr una calidad educativa sistémica adecuada a la ruralidad, con Instituciones educativas de alternancia, y mejorar de manera fundamental la infraestructura escolar rural.
Tenemos que valorar el ámbito rural como desarrollo humano integral de la persona, educar en valores y virtudes, promover la Innovación y la creatividad adecuada al ámbito, desarrollar las tecnologías de la información y su conectividad y orientar la inserción laboral de los jóvenes (a través de programas de pasantías, apadrinamientos, etc).
Como cooperativistas, es nuestro desafío conectar nuestras cooperativas con las escuelas y apoyarlas para construir valores solidarios y ayuda mutua, vínculos familiares que promuevan el arraigo y desarrollo local como política poblacional del Estado.