Una nueva alternativa de riego en zonas productivas está siendo trabajado desde el Departamento General de Irrigación. Se trata del proyecto de ‘Riego programado según pedidos o a la demanda’, o en otras palabras, riego en base a los tiempos y cantidades que necesiten los productores.
Si bien es un proyecto que se está realizando únicamente en la quinta zona de riego, en Lavalle, no descartan que se amplíe a otras zonas de riego. La idea es que se propague como un ‘buen ejemplo’. Para eso, se debe hacer con cuidado y calma.
“Lo que estamos haciendo en Costa de Araujo, en una media inspección en corte de cauce, es implementar el riego programado según los pedidos, que es cuando el cuadro de turno se arma en base al pedido de los regantes. Básicamente que los regantes puedan pedir cuándo y cuánto quieran regar. Eso debe definirse con ellos”, explicó el Ing. Fernando Gomensoro, perteneciente al Departamento General de Irrigación.
La idea es poder dar un servicio acorde a los momentos en los que se necesita regar, por diversas ejes ya sea frecuencia, superposición con laborales culturales cuando es el turno o no les resulta apropiado. Es decir, poder realizar todos los ajustes que se puedan hacer para potenciar el riego en cada finca.
La propuesta
A partir del visto bueno del ‘riego a la demanda’ dentro del Departamento General de Irrigación, el paso siguiente es la consulta directa a los regantes productores.
“Básicamente estamos consultando si se quieren sumar o no. No es obligatorio. Si tenemos cincuenta regantes, puede que el pedido lo hagan diez y a los otros cuarenta les damos el turno, cuando lo decidamos. Pero esos diez ya tienen el beneficio. No todos los regantes cuentan con el conocimiento e información sobre cuándo hacer un pedido”, explicaron desde Irrigación.
Además, en referencia a las consultas desde la DGI, explicaron que está la posibilidad de hacer una asistencia en riego parcelario para hacerle saber al productor que lo pida cómo está regando, cómo debería regar y cómo conviene pedir el agua.
Fernando Gomensoro agregó que la consulta que se realiza en la quinta zona de riego “está en saber quién se quiere sumar, cada cuánto quiere regar, de qué forma le gustaría pedir el agua, el día y/o el caudal, o el día y la lámina de reposición. También queremos saber con qué herramienta hacer el pedido (aplicación para celular, formulario, etc.)”.
Daniel Massi: “Celebramos que se comience a trabajar en esta línea de acción”
“Genera una gran expectativa ya que la modernización de la agricultura no se puede llevar adelante sin modernizar la gestión del agua”. Esas fueron las palabras del Ingeniero Agrónomo, Daniel Massi, quien explicó que aunque quede mucho por hacer, son cambios que deben plantearse en zonas rurales.
“El modo en que se asigna el agua a los usuarios, se debe ajustar a a los requerimientos de la planta y no a a cuando “viene el agua” por el canal”.
Para lograrlo, según Massi, los mendocinos han regulado los ríos e impermeabilizado canales. Sin embargo, falta mucho por hacer como las mejoras necesarias en la conducción y construcción de reservorios, acciones que demandarán mucha inversión.
Paralelamente al proyecto, desde ACOVI también se piensa en el “cambio cultural” en los operadores y usurarios, cuyo debate no es menor. “Hay que pensar estrategias de extensión que ayuden a acortar los tiempos de aplicación desde este punto de vista”, detalló Massi.
El proyecto presentado por la DGI es sólo un comienzo. Desde ACOVI se ha transmitido a las autoridades provinciales, nacionales y del DGI (del momento, como también a las anteriores), la necesidad de dar prioridad a estas inversiones que hacen a la sustentabilidad de los oasis y por lo tanto también de importancia provincial.
“No se puede realizar las mejoras sin una intervención decidida de los servicios públicos intervinientes, para dar una respuesta a las exigencias de competitividad de la agricultura”.
“El sector vitivinícola no es un sector en depresión económica, ni hay que cambiar el modelo productivo por el achique de la participación en el PBI de la agricultura. Hay que retomar el camino de la inversión en el medio rural, generador de riqueza genuina, totalmente desequilibrada con el equipamiento urbano al que políticas electoralistas y demagógicas, erróneamente, suelen privilegiar”, expresó Daniel Massi.
Desde ACOVI y su comisión hídrica plantean que la regulación de los sistemas de distribución de agua, el riego a la demanda y el avance en la mecanización del riego pueden cambiar en forma rotunda el desempeño de nuestra agricultura, beneficiando inmediatamente a toda la provincia.
Andrés Demetrio, integrate de la Comisión Hídrica de ACOVI y proeductor de la Coop. Norte Mendocino, sumó que “los productores debemos sentarnos y mejorar tranqueras adentro”.
“En las zonas nuestras estamos trabajando con productores con los que se avanza, se coordina tareas de acción y, en un par de meses, ese sector va a estar preparado para un riego mejor, ya sea a la demanda o acordado”.
Además, Demetrio aclaró que “es un trabajo en conjunto, entre técnicos y productores para mejorar el uso del agua en toda la provincia”.
Por último, para el productor vitivinícola se ha llegado a un momento en el cual se debe empezar a diagramar y pensar cómo mejorar el uso del agua no solamente los productores. “El derroche del agua es muy grande, sobre todo en lo doméstico”, detalló.
Costa de Araujo, la elegida
En esta primera etapa de proyecto junto a productores, se comenzó a diagramar tiempos y trabajos en la quinta zona de riego. Esa región, en Lavalle, fue elegida por diversos factores, principalmente porque allí se cuenta con los reservorios de agua almacenada que sirven para independizar la oferta y la carga en canales de cabecera con la distribución a nivel parcelario.
En Costa de Araujo, según el Ing. Gomensoro, existen canales revestidos, que tienen menores tiempos de carga y descarga, por lo que no hay pérdidas. Es este eje, lo que hace viable la flexibilización de la distribución. Además, se cuenta con medición para llevar una ‘contabilidad del agua’.
Riego, hecho cultural
Desde el Deparamento General de Irrigación saben muy bien que no hay una receta a traer e implementar en lo que significa riego en zonas productivas. “Hay que armar un traje a medida en riego para cada zona, porque las costumbres en cada zona son distintas, la gente, la manera de regar, los cultivos son distintos, entonces eso lo estamos diseñando y eso lleva varios meses”, explicaron.
En este sentido, para las tareas se planea usar represas que han sido construídas, que almacenan un hectómetro cúbico. Hacia bajada de Araujo, pueden abastecer las dos de arriba que suman 600.000 metros cúbicos. Según fuentes de la DGI, con esa represa, se puede tener mejor y mayor manejo del caudal para ajustar cuando el canal no tiene carga suficiente o cargar en algún entre-turno cuando el canal no está en carga.
Los tiempos que corren
En cuanto a tiempos, la DGI plantea seguir con reuniones técnicas. “Creemos que hasta la primavera del año que viene no lo vamos a poder implementar”, manifestó Gomensoro. El primer turno que surja a partir de pedidos podría ser en la primavera de 2018.
“La idea principal ahora es cómo, en qué lugares, analizando cuáles son los tiempos de respuestas, hay todo un acompañamiento en modulación hidráulica para conocer cómo serían estos pedidos y necesidades”.
¿Quiénes están a cargo?
El Ingeniero civil, Matías Roselló, de la DGI, el Ingeniero Agrónomo español, Luis Ruíz, quien trabaja en Infraestructura y Riego en España son los profesionales a cargo del proyecto.
Ambos planean llevar a cabo las actividades en un pequeño sector de la red de riego (10.000 ha. en Costa de Araujo). Una vez hecho, y probado, se tomará como caso piloto para analizar quién más se podría sumar. Son cambios que no se pueden hacer masivamente en la provincia, que van de la mano de un cambio cultural muy grande.