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Para muestra un botón: cinco meses de corta para el Tunuyán inferior. No hay agua para repartir. Esto significó para varios productores no poder realizar los laboreos de fertilización y a otros los dejó sin poder realizar rotación. El agua es un tema central en Mendoza. La crisis hídrica que atraviesa la provincia (la peor desde que existe registro) dejó al descubierto las falencias estructurales y culturales que afectan al agro local. Es que la falta de agua tiene impacto directo en los rindes y la sanidad de las plantas, lo que redunda en cultivos poco rentables.

A fines de 2019, el Departamento General de Irrigación publicó un pronóstico de escurrimiento para los ríos de la provincia en los primeros meses de 2020 (se actualizará en septiembre). El estudio mostró una situación sumamente preocupante, con el Río Mendoza a un 60% de su caudal medio histórico, el Río Tunuyán al 53% y Diamante al 47%, por citar algunos ejemplos.

Así, ante la evidente continuidad de la crisis, reaparece la incógnita de cuán eficiente es la infraestructura hídrica de la provincia, tanto dentro como fuera de las fincas. De acuerdo al Censo Nacional Agropecuario 2018 el último dato disponible hay 208.344,3 hectáreas productivas en Mendoza, de las cuales 141.002,1 tienen sistema de riego gravitacional. Hay 3.642,2 hectáreas con riego por goteo y otras 1.198,8 con microaspersión. Las 13.781,2 hectáreas restantes son “sin discriminación” o cuentan con un sistema de riego alternativo, poco representativo.

Productores en alerta

La crisis hídrica se siente con fuerza en todos los sectores productivos de la provincia. Eduardo Sancho, presidente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas de Argentina (Acovi) aseguró que la falta de agua es innegable y destacó que los informes de Irrigación muestran que las nevadas son menores cada año.

No obstante, advirtió que lo que más falta hace no es agua, sino inversión fuera de las fincas. “Si no están los embalses en cabecera de hijuela o en el canal, no se puede hacer riego presurizado”, comentó.

“Si tuviera que hacer un embalse en mi finca, tendría que arrancar dos hectáreas de viñedos y me saldría carísimo. Por eso es importante que desde Irrigación se trabaje en la construcción de embalses que permitan la entrega de agua a la demanda y no a la oferta”, agregó Sancho

El presidente de Acovi, coincidió con Marinelli respecto a la necesidad de conseguir financiamiento flexible para la provincia. “Mendoza ha perdido la gimnasia de usar los recursos del BID para el financiamiento de obras hídricas. Tiene que haber un plan de crédito internacional a 10 o 15 años para hacer este tipo de embalses. Ahí sí el productor se puede comprometer a pagarlo y hacer la inversión necesaria para la instalación del riego presurizado intrafincas”, explicó.

“Además tenemos demasiados canales de tierra con aguas claras. Cuando se hizo Potrerillos, Irrigación se comprometió a impermeabilizar todo, pero quedan muchos kilómetros pendientes. Mendoza tiene que plantear un plan muy fuerte de obras hídricas”, insistió Eduardo Sancho.

Sergio Marinelli, superintendente del Departamento General de Irrigación, explicó que un tercer factor que va en contra de la tecnificación es el espacio. “Hay productores que tienen riego por goteo y su propio reservorio, pero no es algo que todos puedan hacer. El tamaño promedio de las fincas de nuestra provincia es de siete hectáreas. La construcción de un reservorio, ocupa una parte importante de la finca, que ya no puede utilizarse para producir”, comentó.

Nota completa en Los Andes

https://www.losandes.com.ar/article/view/?slug=crisis-hidrica-solo-tres-de-cada-10-productores-invirtio-en-tecnologia

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