La sequía extrema favorecida por el fenómeno de La Niña en 2022/23 y el exceso de lluvias o granizo que anticipa la llegada de El Niño, alerta a los productores acostumbrados a lidiar contra el clima.
Con la nueva campaña en ciernes, los productores agrícolas ya saben que deben aguzar el ingenio así como preparar sus cultivos para las contingencias que suelen aparecer en esta época. Con la mayoría de los cultivos florecidos y brotados, se trata de un momento delicado y, a diferencia de lo que sucede en invierno, los eventos climáticos pueden hacer mucho daño.
Las personas del campo lo saben desde toda la vida y hay infinidad de anécdotas sobre pérdidas completas luego de un año de trabajo. No obstante, en parte a causa del cambio climático estos eventos son más extremos, se presentan de intensamente o tienen mayor duración que otros.
El zonda que azotó a Mendoza el fin de semana pasado es un ejemplo, pero también las heladas del año pasado que diezmaron la producción vitivinícola y frutícola en todo el país. Del mismo modo y favorecido por el fenómeno de La Niña, la gran sequía de la temporada pasada no solo afectó a los cultivos sino también al ganado y, por ende, al ingreso de dólares.
Para los años 2023 y 2024, el fenómeno de El Niño promete lluvia y granizo. Aunque el agua es un gran alivio, los extremos no suelen ser buenos. Por este motivo, el sector productivo local pone diversos recursos para atemperar estos eventos y evitar pérdidas totales.
Más allá de los métodos concretos hay que tener en cuenta que los gobiernos como el de Mendoza ofrecen un seguro agrícola y un Fondo Compensador para las producciones de hasta 20 hectáreas. El pago es por hectárea y, en caso de contingencia, se recibe una indemnización en función de los daños, paga que en épocas de inflación suele quedar corta. En tanto, las empresas particulares también poseen una suerte de seguro que funciona como un banco de lo que producen. En el caso de Fecovita es un banco de vino.
Piedras desde el cielo
Con respecto al granizo –y más allá de la existencia de los aviones que desarman células de tormentas- lo único que pueden hacer los productores para protegerse es colocar malla antigranizo. En este punto, Fabián Ruggeri, ingeniero agrónomo y presidente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (Acovi), advirtió que la clave es que la malla esté bien colocada. De lo contrario, puede volarse o romperse.
Además, si está muy apretada existe la posibilidad de que disminuya la producción de la planta. Con respecto al granizo, hay que decir que algunos gobiernos provinciales otorgan créditos para su compra y colocación. En la actualidad, una línea del Fondo para la Transformación y el Crecimiento de Mendoza ofrece préstamos para este fin con un plazo de devolución de cinco años.
No es un dato menor ya que el costo por hectárea para la colocación de malla –que tiene una duración aproximada de 20 años- es de entre 5.000 y 6.000 dólares. En la actualidad hay mallas nacionales e importadas, pero su valor en dólar (oficial) se debe al alto componente importado que aún tiene el polietileno de alta densidad, un insumo clave. Los cultivos que admiten su colocación son los intensivos como vid, frutales y hortícolas no así, por tema costos, para granos y cereales.
Según Gonzalo Losada, gerente comercial de Agrinet, una empresa especializada en el tema, el recupero de la inversión depende de diversos factores entre los que hay que tener en cuenta la zona, el cultivo y valor. En general es una recuperación ágil. “Un granizo pequeño te puede hacer perder entre el 10% y el 20% de la producción, lo que te lleva a pensar que es una inversión que se recupera pronto”, agregó Losada.
Frío fuera de época
Fabián Ruggeri explicó que existen métodos pasivos y activos para enfrentar las distintas contingencias. En líneas generales, la manera pasiva y básica en esta época es no mover los suelos, tenerlos húmedos y mantener las malezas a raya. Con relación a las heladas, una de las formas activas que no implica grandes inversiones es la quema de combustibles.
Si bien todavía se utiliza mucho la quema de gomas, Ruggeri comentó que existen otros elementos que hacen combustión, mucho más eficientes que permiten apagarlos o prenderlos en menor tiempo. Por otra parte, existe una tecnología de defensa con agua a partir del riego por aspersión o el llamado sistema arbóreo.
Aquí la idea es comenzar a regar cuando la temperatura llega a cero y apagarla después de que se termina de derretir el hielo. El límite de esta opción es la dificultad de crear reservorios de agua en zonas de escasez hídrica y el bajo alcance por hectárea que puede abarcar. En provincias como Neuquén o Río Negro, por la disponibilidad de ríos, esta opción parece más accesible.