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Las expresiones de la economía solidaria han fortalecido, y lo siguen haciendo, a nuestros pueblos y ciudades, a través de un desarrollo local que ha desplegado aristas importantes en el desenvolvimiento del capital humano que trae consigo. El movimiento cooperativo ha contribuido a forjar una Patria grande de la que estamos orgullosos.

En cada rincón, donde se ejerce la solidaridad, la voluntad de hacer algo por el otro, de asociarse en buscar y encontrar lo mejor de cada persona, existe una raíz cooperativa. En el medio rural, las sociedades cooperativas agrarias son, en muchos casos, el núcleo de la vida económica de la provincia, o  del municipio,  ya que son el canal para lograr  desarrollo económico y bienes­tar social.

A partir del asentamiento y reconocimiento social de la cooperativa, está en cada uno de los que abrazamos este movimiento el hecho de afianzar vínculos y engrandecer el tejido social y armar el asociativismo que se despliega en desarrollo para cada una de nuestras comunidades.

En tal sentido, el  cooperativismo agropecuario que encarna Coninagro, luego de 60 años de historia, se resignifica en un nuevo aniversario, y nos permite hacer una proyección con un horizonte auspicioso.

Luego de vincularnos con el mundo, sentimos profundo orgullo y también con muchísima humildad, el poder presenciar que estamos en el buen camino. Aún en sociedades tan desarrolladas como España y Francia, el cooperativismo tiene pleno vigor por lo tanto también en Argentina tiene un futuro enorme para formar parte de la agenda pública y privada de los grandes temas Argentinos y de esa manera poder llevando adelante la bandera del campo a lo más alto para que pueda construirse una Argentina justa equitativa y con mayor riqueza y rentabilidad para todos nuestros productores.

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