Por Carlos Iannizzotto, Presidente de CONINAGRO, Integrante del Staff de Fecovita y su representante en Coninagro. Directivo de ACOVI y productor vitivinícola.
Por primera vez, la vitivinicultura cooperativa ocupa la presidencia de CONINAGRO, la Confederación que nuclea a los productores cooperativos agropecuarios de todo el país.
No es un hecho menor. Sabemos la importancia de tener instituciones vigorosas en distintos ámbitos de nuestro país, que transmitan los valores de la ayuda mutua, la solidaridad y la búsqueda del bien común. Por eso hoy estamos orgullosos de que la conducción y el liderazgo del movimiento cooperativo agropecuario nacional sean asumidos por la vitivinicultura.
Desde la dirigencia de CONINAGRO trabajaremos para incrementar el valor agregado, incorporando los paquetes tecnológicos que nuestro campo necesita para ganar competitividad.
Tenemos grandes empresas cooperativas y nuestra gestión gremial va a ser decidida en apoyarlas en su economía de escala, para evitar más concentración en las diversas actividades, que sean más competitivas, porque eso significa más productores, más trabajo, más salario y mejor precio para el consumidor.
La creación de un seguro multirriesgo es otro de nuestros objetivos, para ampliar la cobertura de los productores, principalmente de las economías regionales.
Vamos a trabajar para combatir la inequidad existente en la cadena de valor del campo. Nuestros productores reciben poco por sus producciones en comparación con los altos precios en la góndola. Hay mucho que gestionar, mucho por hacer, respetando el espíritu cooperativo que nos embarga permanentemente, que implica asociación, comprensión por el otro y ayuda mutua.
También creemos que hay que ayudar al productor agropecuario para que incremente su pertenencia, incremente el arraigo y lo traslade a su familia. Los jóvenes deben capacitarse, con lo máximo en la medida de sus posibilidades, pero deben desear regresar al hogar, a su pueblo, a su tierra con el fin de aprovechar y aplicar su conocimiento a la empresa familiar, a la actividad rural o a los nuevos emprendimientos en sus regiones.
Esto se logra cuando cambia la estructura educativa, se fomenta el cooperativismo y el asociativismo en las escuelas. Como actores sociales del cooperativismo, necesitamos que se difundan los valores y somos responsables de contribuir a difundirlos.
Por eso, fomentaremos la educación rural con un contenido en valores como la solidaridad, la laboriosidad, haciendo foco en la familia. También vemos la necesidad de formar y retribuir a nuestros docentes rurales acordes a los cambios innovadores que la tecnología exige. Nuestra educación rural merece mayor infraestructura en contenidos y en inversión física.
Hoy tenemos por delante el valioso desafío de defender aquello de lo que vivimos. Este es un reconocimiento del cooperativismo agropecuario argentino que nos deposita la grata responsabilidad de representar a gran parte de los productores cooperativos del país, trascendiendo provincias y economías regionales diversas, para unirnos todos en la defensa del productor.
Trabajaremos fuertemente para contribuir desde este nuevo lugar, en la difusión la búsqueda del bien común, la mejora de la calidad, la defensa de los productores y la economía social para que haya más argentinos que produzcan y mejoren las condiciones para todos los productores y sus familias.