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Un 2 de abril pero de 1982, tropas argentinas desembarcaban en las islas Malvinas y se daba inicio a un conflicto bélico con el Reino Unido. Por ello en esa fecha se conmemora el “Día del Veterano y de los caídos en la guerra de Malvinas”. En honor a ellos, compartimos este texto del Profesor de Historia José Luis Tello.

El aporte de la Argentina profunda a nuestra última Gesta Nacional: Poltronieri, el Héroe de Dos Hermanas
Por José Luis Tello

En todas las gestas nacionales, entre las cuales la Guerra de Independencia y la Guerra de Malvinas son indudablemente sus jalones más importantes, se ha visto el aporte vital de la juventud argentina, especialmente de la gente sencilla y patriota de la ruralidad nacional. Patria y Tierra son principios que para estos jóvenes forman parte de su existencia, de su día a día… y cuando están en peligro, como en la época de San Martín y de Güemes, nunca falta su aporte para defender al país en peligro.

Malvinas. 1982. 74 días de Gloria y de infortunio. Gloria por los episodios de heroísmo y de sacrificio de nuestros combatientes. Infortunio por la derrota, dura, dolorosa, para muchos inesperada. 649 compatriotas perdieron la vida en esta Guerra. La perdieron para vivir en la memoria de un pueblo que mucho ha sufrido, y sufre, a causa de las contingencias de la vida cotidiana. Pero de lo que sí está seguro es del valor de aquellos que, como hijos de esta tierra, partieron hacia las Islas irredentas para ofrendar su vida por la Patria. Y uno de los que partieron pero volvió envuelto en los colores nacionales de la Gloria fue Oscar Ismael Poltronieri.

Nacido en Mercedes, Provincia de Buenos Aires en 1962, provenía de una humilde familia de la campaña bonaerense, su padre trabajaba en una estancia y su madre realizaba los quehaceres propios de la chacra familiar. Criado en medio de la dureza de las tareas rurales, Poltronieri aprendió los valores de la Argentina profunda, que se mantiene viva en los pequeños pueblos del Interior del país: el sacrificio, el desprendimiento de las cosas materiales, la solidaridad, el honrar la amistad… Oscar demostraría hasta qué punto estos valores se habían hecho carne en su mente y en su corazón.

En 1981, como a tantos otros jóvenes, a Poltronieri se lo llamó a servir a la Patria en el Servicio Militar Obligatorio. Como colimba, el futuro Héroe de Dos Hermanas se acostumbró a la vida de cuartel. No imaginaba que pronto todo iba a cambiar.

El 2 de abril de 1982, fuerzas combinadas del Ejército y la Armada Argentina recuperaron las Islas Malvinas. Convencidos que los británicos no las reconquistarían si se negociaba con ellos, trasladaron al Archipiélago Austral a numerosas tropas, muchas de ellas de guarnición, no habituadas al frío clima malvinense y a las contingencias de una guerra. Y con ellas, como soldado del Regimiento de Infantería Mecanizado 6, marchó Poltronieri. Contaba con sólo 19 años.

Los intentos argentinos de resolver diplomáticamente el conflicto fracasaron estrepitosamente. A partir del 1 de mayo, con el bombardeo de Puerto Argentino, se iniciaron las acciones bélicas. El 21 de mayo los ingleses desembarcaron en San Carlos y emprendieron su sostenido avance sobre la capital malvinense. Para llegar allí, debían vencer la dura resistencia de las posiciones defensivas argentinas, y una de ellas era el Cerro Dos Hermanas, en el que estaba apostado Poltronieri.

Los combates nocturnos le demostraron a los mandos británicos que el enemigo al que enfrentaban era valiente y tenaz. Porque los soldados argentinos, los mal llamados “chicos de la guerra”, era leones, no adolescentes. La dura vigilia esperando la llegada de los ingleses los había convertido en Hombres, en Combatientes. El frío y el hambre habían hecho mella en ellos, eso es cierto, pero en el momento de la verdad los soldados profesionales ingleses se encontraron con una resistencia tan dura que en muchos de ellos se despertó la admiración por esos jóvenes que luchaban casi con desesperación, sin ceder, hasta agotar las municiones y verse rodeados.

A Poltronieri la cita con la Gloria le llegó el 11 de junio. 600 efectivos profesionales británicos atacaron las líneas argentinas. Con la defensa rota por el embate enemigo, el coronel Augusto Esteban Vilgré Lamadrid dio la orden de retirada a sus tropas. Pero el fuego británico era tan espeso que era evidente que las bajas argentinas iban a ser numerosas si nadie cubría el retroceso. Y apareció Oscar…

Oscar Poltronieri, en 2017

“Váyanse ustedes, que tienen hijos. Yo me quedo”… “Váyanse todos, carajo. Yo me quedo y los cubro. Ustedes tienen algo por lo que volver”… Era el Héroe. Era la Argentina profunda que, en la voz de un sencillo joven de 19 años, hombre de campo pero más sabio que muchos sabios, en el que se habían hecho carne los valores y las enseñanzas vitales de generaciones de argentinos de bien, se hacía escuchar con fuerza y vigor. Durante horas mantuvo a distancia a las fuerzas inglesas con su MAG (ametralladora pesada), moviéndose de posición en posición para dar la impresión de la presencia de varios soldados participando en la defensa.  Y lo hizo por sus camaradas, por sus hermanos de armas, poniendo su vida al servicio de un bien mayor, como solo lo saben hacer los Hombres que conocen aquellas cosas por las qué vivir y por las qué morir.  

Cuando dos días después se reencontró con sus compañeros, éstos no lo podían creer. Poltronieri estaba allí con ellos, agotado pero vivo. Después de la rendición del 14 de junio, a su regreso a Continente, recibió la mayor condecoración que otorga nuestro país a sus combatientes: la Cruz de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate. Sólo dos conscriptos lo recibieron por sus acciones en 1982 y Poltronieri fue uno de ellos.

La Argentina es un país extraño, el que a veces parecen convivir varias Argentinas. Pero hay una realidad que no podemos negar: cuando la necesidad aparece, cuando la Patria está en peligro, surge desde lo profundo de un país en el cual la ruralidad hace apelación al profundo lazo con la tierra y con los valores por ella encarnados, el heroísmo de los hombres de campo, de aquellos que saben que la Argentina que pisan no es la entelequia de los gobiernos o de los funcionarios de turno, sino la Patria de los vivos y de los muertos, la Patria de nuestros padres y nuestros abuelos… la Argentina de trabajo, sacrificio, desprendimiento y solidaridad de las generaciones que nos precedieron… la Argentina de hombres como Poltronieri.

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